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Infortunios del estilo


Infortunios del estilo

POR BERTO GONZÁLEZ MONTANER *

Edificios y centros comerciales diseñados por el Posmodernismo rescatan el pasado. Otros, hoy, quieren hacer pasar gato por liebre.


04/07/12 - www.clarin.com
Qué miedito me da. Debo confesarlo. Días atrás el Director of Sales & Marketing del hotel Four Seasons, Gabriel Oliveri, anunció la remodelación integral de la particular torre de la cadena hotelera que impone su presencia en la bajada Norte de la Autopista Illia. “No es un lavado de cara, es cirugía mayor”, dijo. “Va a sorprender. El proyecto es alucinante, manteniendo el gusto argentino pero con diseño internacional”.
No es un hecho menor: el Four Seasons está en un lugar estratégico. Sobre la calle Posadas, mirando a la Avenida Del Libertador, es la segunda imagen potente luego de haber atravesado la Villa 31 y el portal de entrada norte de la Ciudad, flanqueado por dos edificios modernos, el “Rulero” (del estudio liderado por Solsona) y el Chacofi II (de Lier-Tonconogy). Guste o no, da cuenta de los contrastes y el espíritu ecléctico que reinan en Buenos Aires.
Aunque no lo parezca, el Seasons fue construido para la cadena Park Hyatt hace tan solo 20 años justo al lado del Palacio Alzaga Unzué, esa esplendorosa residencia de la familia homónima diseñada por el arquitecto inglés Robert Prentice en 1916 bajo las normas de las escuelas Beaux Arts y Politécnica de Francia. Junto al Palacio Ortiz Basualdo, hoy Embajada de Francia, subsistieron a la extensión de la 9 de Julio. El Season es algo así como el hijo mayor del Alzaga Unzué. De alguna manera así se lo propuso el estudio Santiago Sánchez Elía, que lo proyectó en el año 1988 bajo los cánones de lo que se llamó el Posmodernismo, con características propias y específicas en la Arquitectura.
¿De qué se trataba? Justamente de eso. De compatibilizar las nuevas construcciones con las antiguas. El Posmodernismo fue un movimiento que, a partir de finales de los años 60 y principios de los 70, reaccionó contra el ascetismo de la Arquitectura Moderna e intentó recuperar el valor de la historia en la disciplina. A la Argentina llegó acompañando la irrupción de los shoppings de fines de los años 70; y, dada la crisis constructiva de los años 80, tuvo pocas posibilidades de expansión. Además del Four Seasons (ex Hyatt), algunos ejemplos son: el Hotel Cesar Park en Posadas al 1200, la fachada de la Maternidad Suizo Argentina sobre la avenida Pueyrredón o el Hotel Intercontinental en Moreno al 800.
Donde más fuerte prendió el Posmodernismo fue en la arquitectura comercial. Allí, el archivo de la historia, muchas veces tomado en forma ahistórica, asincrónica, ateorética –en definitiva, superficial–, sirvió para enfiestar cualquier frente, marquesina o local.
Pero, también es cierto que el Posmodernismo en su versión más profunda permitió recuperar el valor de la historia y repensar con ella la construcción cronológica de la Ciudad. La memoria, la noción de espacio público, la forma, el valor de la calle y de las plazas como lugares de encuentro e intercambio social, fueron conceptos que volvieron a tenerse en cuenta.
Sin dudas el referente del proyecto del ex Hyatt fue un edificio emblemático de Nueva York, la AT&T (1984, hoy edificio Sony), proyectado por Philip Johnson, uno de los padres del Posmodernismo y considerado, por su poder de influencia, el “padrino” de la arquitectura estadounidense. La AT&T construida en 1984, en plena crisis del petróleo, venía envuelta con paneles de piedra, ventanas pequeñas, un basamento con arcadas monumentales y, lo más singular, un remate triangular que muchos le encontraron sintonía con los muebles tipo Chippendale. Ese mismo tipo de remate fue reelaborado por los autores del ex Hyatt y aparece duplicado en su coronamiento y unificado con un techo tipo mansarda.
De alguna manera, el Posmodernismo intentó acercar el saber arquitectónico a los gustos de la gente. Pero otra cosa bien distinta es lo que sucede con quienes bajo ese paraguas hacen en la actualidad edificios que aparentan haber sido hechos en siglos pasados con el único fin de asegurarse el éxito comercial. Tal el caso de emprendimientos como el Edificio Grand Bourg en Figueroa Alcorta al 3000, las Torres Chateau de Libertador y Puerto Madero, Barrancas al Río en San Isidro, entre otras.
No les quito méritos como “productos inmobiliarios” ni por el esmero en los detalles de su construcción. Pero para mí no entran en la categoría de “Arquitectura”. Son edificios que se proyectan en estilo antiguo, haciéndonos creer que son lo que no son. Como dijo allá por el año 1927 Alberto Prebisch, el autor del Obelisco y del teatro Gran Rex, cuando debatía con el academicista Alejandro Christophersen: “¡Qué quiere Ud.! Cuando se está acostumbrado a mirar las montañas de cerca, es muy difícil tomar como tal cualquier hueca armazón de cartón de piedra”.
* EDITOR GENERAL ARQ

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