La calle Arroyo: de reducto de galerías de arte a nuevo polo gastronómico
13-03-13 00:00 La tradicional arteria porteña está sumando restós y bares a su histórico paisaje de casas de arte, palacios estilo francés y joyas de la arquitectura porteña. De a poco, se va convirtiendo en otra propuesta para los amantes del buen comer
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Bautizada por Eduardo Mallea como el codo aristocrático de Buenos Aires, la calle Arroyo ha sido el albergue histórico de importantes edificios y joyas arquitectónicas del pasado porteño, palacios y residencias de estilo francés. También, es el centro neurálgico de las más afamadas galerías de arte, casas de moda y embajadas distribuidas por todo el recorrido de esta arteria, que se inicia en la conjunción de las calles Juncal y Esmeralda para desembocar en la Plaza Carlos Pellegrini.
Supo ser además la cuna de Mau Mau, la mítica boite de los años 60, y de otros reductos gastronómicos como El Viejo Caviar, de Carmen Miranda, madre de Narda Lepes, considerado por muchos como el mejor bistró francés de los 80.
Pero Arroyo también tiene su propia historia trágica, luego de haber sufrido uno de los atentados más trágicos de la historia del país como fue el perpetrado contra la embajada de Israel que, el 17 de marzo de 1992, causó 29 muertos y 242 heridos. Luego, transcurrió durante varios años como una calle sin mayores variantes, hasta que en 1997, el grupo francés de hoteles Accor adquirió el Edificio Mihanovich (también conocido como Edificio Bencich), para transformarlo en el hotel Sofitel de Buenos Aires.
Pero en los últimos meses, Arroyo ha venido sumando a su fisonomía aristocrática varios restós y bares que la están convirtiendo también en un nuevo polo gastronómico porteño.
Al ya tradicional restaurante del Sofitel, con cocina estilo francés; se sumaron Farinelli, en la esquina de Arroyo y Suipacha; y Florería Atlántico, en el Nº 872 de la misma calle.
En el caso de Farinelli, se trata de una propuesta gastronómica con un look onda Soho NY abierto por la empresaria Marina Bissone en otro de los edificios Bencich. Nos pareció que a Arroyo le faltaba un lugar así, una propuesta gastronómica para la gente que trabaja por la zona y no tiene muchas variantes para comer, explicó Bissone en diálogo con El Cronista.
Farinelli está emplazado en un inmueble propiedad de Susana Bencich, heredera del legado de los hermanos Massimiliano y Miguel Bencich, dueños de una empresa constructora que en los años 20 levantó varios de los más tradicionales edificios de la ciudad.
Tuvimos que hacer grandes refacciones para adecuar el local en este increíble edificio ubicado en una cuadra que yo creo es única en la Ciudad de Buenos Aires, reconoció la dueña de Farinelli, marca que también opera un restó parecido en Bulnes y Cabello.
En tanto, a pocos metros de Farinelli acaba de abrir sus puertas Florería Atlántico. De la mano de los barman Renato Tato Giovanoni y Julián Díaz. El nuevo reducto gastronómico también está emplazado en otro de los edificios de la familia Bencich. Su estilo es diferente al de Farinelli, ya que se trata de un local de dos pisos en los cuales funciona una florería donde también se venden vinos y vinilos. En tanto, en el subsuelo se encuentra el bar que, según sus propietarios está inspirado en los locales de venta de alcohol que surgieron en Estados Unidos durante la prohibición de los años 20.
Dicho estilo se complementa con una gran parrilla estilo prusiana de los años 40, desde la cual sale todo lo que se ofrece para comer en el local. A esto, obviamente se le agregan los tragos de autor de la dupla Giovanoni-Díaz.