Sábado 29 de diciembre de 2012 | Publicado en edición impresa
Opinión
El mercado, a la espera de señales
Termina un año que, no era de extrañar, depararía sorpresas desagradables. Las correcciones necesarias se postergaron para, incentivando además el consumo, llegar a las elecciones con caudal electoral a tope. Luego, junto a los primeros intentos de reducir subsidios sin saber por dónde empezar, se optó por retener dólares como fuere, a la vez que se usaban cajas y daban golpes de efecto sin medir resultados a futuro. En lo inmediato, el mercado oficial de cambios restringido, brecha e inflación en auge, pesificación de operaciones inmobiliarias y ni hablar de crédito a largo plazo. Así, el mercado del usado no premium se desmoronó, arrastrando en la caída buena parte de la demanda de nuevos desarrollos y resintiendo el nivel de actividad. Aparece entonces desde el Estado el Plan Procrear, con la fuerza y el subsidio de los fondos de la Anses, aunque aún de dudosa efectividad. Mientras tanto, el desarrollo privado pesificó sus propuestas y se jugó a la necesidad de tanto flujo en pesos sin alternativas frente a la inflación. Y tan mal no le va en proyectos premium o diferenciales e innovadores. Pero dejan afuera a quienes, a pesar de estudios y buenos empleos, no cuentan ya con algún capital, condenándolos a los bienes durables o al automóvil. Ante mayores riesgos, menores márgenes y con economía estancada, y en consecuencia al escasear la vocación de prevender y comenzar obras como en los buenos tiempos, cada vez más, lo poco que se encara busca repartir costos y beneficios a través de fideicomisos. Queda un gran potencial, que coincide con una injusta deuda social pendiente: empresas, empleo productivo y familias esperando una decisión política que sería un mensaje hacia la clase media y el país todo, de sensibilidad y racionalidad. El Estado sólo renunciaría a parte del impuesto inflacionario; por lo demás, sólo reglas claras, balanceadas y motivantes. Comenzando por la opción legal de indexar, que mejoraría la relación cuota-ingresos, explicitando un plan antiinflacionario, estableciendo incentivos fiscales (neutralizables por la mayor actividad que generarían) y, de subsidiar, sólo a la demanda, nunca a la oferta (ya se sabe adónde conduce), tema que desde la AEV hemos insistido hace rato a las autoridades. Quizás en el nuevo año. tengamos esperanzas.