Sin mercado, ¿puede haber precios?
Las noticias de la semana desalientan hasta el más optimista y en verdad cada vez son menos porque la realidad golpea a los ciudadanos. Y el sector inmobiliario no está exento de esta coyuntura. Los números son elocuentes: las escrituras reflejan una caída y lo mismo sucede con la cantidad de permisos para construir, de modo que no sólo este momento es crítico, sino que se advierte y anticipa un difícil segundo semestre y más incertidumbre respecto de 2013 (con muchos nubarrones en el horizonte encima de un año electoral). Planificar una obra exige mucha anticipación y las condiciones actuales lo que menos consiguen es incentivar a los desarrolladores/inversores locales para construir. Lo que implica, además, menos puestos de trabajo en la construcción, que es madre de industrias y generadora de mano de obra.
Mientras la pelea política subió de tono y se podría decir que está disimuladamente al rojo vivo, con inflación mediante y un dólar paralelo que pasó la barrera de los 6 pesos, el panorama se ha vuelto sumamente complejo. Escasea la yerba en las góndolas, pero mucho más preocupante es que falten insumos para la medicina y remedios, mientras el dólar sigue trepando..., ¿hasta dónde? ¿O acaso es una devaluación encubierta?
El mercado se frenó básicamente por las restricciones cambiarias. Pero nada positivo viene de las decisiones ajenas al propio mercado: nada puede determinarlo más que sus propias variables. De ese delicado balanceo entre la oferta y la demanda surge el precio. A mayor libertad para ese equilibrio, mejores resultados para su fluidez.
La libertad (obviamente en el sentido más amplio y en todos los aspectos de la vida como un valor supremo del hombre), pero en este caso contractual aplicada al mercado de alquileres, permite que este segmento fluya y se afiance la necesidad de negociar entre locadores y locatarios en busca de resultados que beneficien a las partes. Cualquier intromisión externa no hace más que sofocar este estilo de consensuar logrado después de muchos traspiés y no sólo en lo referido a la vivienda, sino también en los contratos comerciales.
Pero si se vuelve al dólar, protagonista total de estos días, la pregunta es si la suba continúa, ¿cómo afecta esto a los precios de las propiedades? Ni comprar ni vender... Entonces no hay mercado y si no lo hay, ¿puede haber precios?
Las dudas arrecian mientras que los bolsillos enflaquecen y la preocupación de cómo esta situación actual de la economía puede afectar a las empresas y los puestos de trabajo sigue en alza. ¿Quién despejará estas incógnitas?.